domingo, junio 19, 2005

Anécdotas del pasado

Probablemente, en cada pueblo, es probable que haya personajes peculiares, y en el pasado de cada zona, se conservan en la memoria, como el vino en la bodega, los más curiosos junto con sus detalles.
Eugenio vivío en una época de dictadura, y la verdad, no parecía tener mucha suerte en la baraja de la vida. Al hombre, la naturaleza le privó de suficiente inteligencia, lo que no lo convertía en bobo, y lo que le faltó por un lado se lo recompensó en otro, pesaba cerca de ciento cincuenta kilos. Era, por tanto, un hombre dado a la paciencia, la velocidad escapaba del todo a su control, tanto mental como físicamente.
Cómo cada sábado, cumplía con sus obligaciones de buen cristiano, y al salir de la misa, pasaba siempre por una tienda dónde se reunían algunos de sus "amigos". El camino a la tienda, situada en una calle del lateral de la iglesia, se convertía en kilometros para los pies de Eugenio. Al llegar, los "amigos" siempre le invitaban a tomarse una copa, y para no faltar a la educación, Eugenio siempre tomaba un botellín de baya-baya(especie de refresco de naranja de la época de menos de 20cl).
Cierto día, y cansados sus "amigos" de que nunca Eugenio invitará, decidieron averiguar cuándo era el día de Eugenio, y prepararon una encerrona. Llegado el día, salía Eugenio de misa, y al entrar a la tienda, sus "amigos" le felicitaron, y tras las felicitaciones le comentaron que siempre le habían invitado y que el nunca había correspondido, y por ser su día, debería invitarles.
Queda Eugenio pensativo, y sus "amigos" espectantes, y vencido en la encerrona, llama al tendero y le dice: " Un día es un día, hoy invito yo, sírvanos un baya-baya para los tres"

Sigua

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